El inicio de un nuevo año es un suceso que a todos o al menos a la gran mayoría de las personas nos llena de regocijo. Muchos celebramos con grandes cenas rodeados de familiares y amigos cercanos, otros con fiestas y mucha diversión. Hay miles de personas que incluso lo celebran anticipadamente con aquellos que no podrán compartir el momento en que las campanas den las 12 y el año oficialmente inicie. Y es que es bueno compartir la alegría con quienes uno estima. Sin embargo, nos hemos visto tan rutinizados con este tan ancestral rito que lo hemos vuelto en algo mecánico, nuestra alegría es ya propia de la fecha y nuestros propósitos que esperábamos cumplir a lo largo del año fenecido no vienen a la mente ni del mas sensato de los celebrantes. Sin embargo, toda esta dicha termina convirtiéndose en algo pasajera, momentáneo; pocas horas después de haber llegado al punto m áximo de euforia, nos encontramos frente al esclavizante año que recién empieza; el simple hecho de pensar en volver al trabajo, a los estudios, a la vida cotidiana es algo que nos opaca y nos arruina hasta el mejor del momentos. Alguna vez has tenido esta sensación?
Si respondiste un "sí" rotundo o simplemente entraste en un silencio reflexivo, es clara señal de que lo has vivido. Como todos sabemos, a lo largo de la vida siempre nos encontraremos con decisiones por tomar, para bien o para mal, y que, si nos sentamos a meditar con objetividad, por minúscula que parezca, éstas influyen directamente en nosotros y sus consecuencias tendrán en un corto, mediano o largo plazo, que fomentar o entorpecer el paso hacia nuestra plena realización. Es tiempo de darnos el tiempo suficiente para volver la mirada atrás y asumir que tenemos, una vez mas, una decisión que se espera, definitivamente, nos enrumbe hacia aquella felicidad tan anhelada.
Vaya! suena tan sencillo que hasta yo mismo siento el impulsivo deseo de decidir ahora mismo el nuevo rumbo de mi vida. Pero cuidado! no hay que pecar de ingenuo, mas bien hay que ser muy objetivo y tener la cabeza fría para saber que lo que estamos evaluando y decidiendo es lo correcto. Por sentido común, diríamos que la primera pregunta es: Qué es lo que tengo que decidir? La respuesta es: el rumbo de mi vida y mi felicidad. Esta respuesta es corta, pero bien amplia y profunda. Si te fijas bien, la vida no es poca cosa, de hecho es todo lo que tenemos y ya sabemos que nadie la tiene comprada, es decir, que conocemos lo que es pero no cuánto va a durar ni lo que en ella va a suceder. Y sucede que esa vida, sin importar como sea, tiene como único objetivo que seas feliz. Entonces, aquella corta y tan "obvia" respuesta ya no es mas tal, sino que nos ayuda a tener plena conciencia de que la decisión a tomar es mucho mayor de lo que pensaste.
Bien, a estas alturas del artículo ya debes estar pensando que fue una mala idea leerlo y que ahora si, de seguro, estás en serios problemas pues nunca podrás tener las respuestas a tus interrogantes. Porque esa experiencia de incertidumbre nos sucede a todos cuando nos enfrentamos ante el hecho de asumir que de nuestras decisiones depende el ser feliz o no. Pero no hay que desanimarse, solo hay que hacer lo que es justo y necesario. Empezar a cuestionarnos la vida, sobre si lo que hacemos cada día responde a lo que anhelamos desde lo mas profundo de nuestra alma; mirar a nuestro alrededor y ver con sinceridad si todo lo que hacemos, decimos y pensamos llena nuestra corazón y nos alienta a ser mejores cada día; si nuestras intenciones son un reflejo real de lo que deseamos y soñamos o si solo nos dejamos guiar por nuestros intereses y ambiciones; si esta vez, quieres en serio, hacer algo que de lleno, empiece a cambiar, desde adentro, con paciencia y humildad, para convertirte en el ser humano que anhelas ser. La llegada del nuevo año marca un hito en nuestra vida cada 365 días y nos da la ventajosa oportunidad de volver empezar. Empieza pues, haciendo una revisión de quién eres y de quién quisieras ser, traza objetivos, ponte metas y busca los medios concretos para que los puedas cumplir. Vive mejor y ama mas. Disfruta de las cosas sencillas y deja de lado el estrés y la soledad. Alimenta tu espíritu y has deportes. Mira al cielo y dale gracias a Dios por todo lo que tienes, incluso si no tienes nada, pues lo único que necesitas para empezar, ya lo tienes: la vida, la esperanza y la fe.
Feliz 2012!
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