Desde que era muy joven reflexionaba sobre mi corazón, mi pobre y agitado corazón. Es que esta era la misma historia de siempre. Estábamos solos, el y yo, en disputa, yo queriendo y el sin querer. A veces sentía deseos de sacarlo de mí, ver su anatomía, algo debe estar mal! No sé. Tal vez un indicio que me ayudase a entender porqué se comportaba así y por qué siempre estaba en disputa conmigo. Algunas personas me decían que le de tiempo, otros me recomendaban tomar algún tipo de terapia psicosomática (porque creían que lo mío iba mas allá de la psique). Yo, la verdad, por mas que trataba de entenderlo, cada vez sentía que nos conocíamos menos y nos distanciábamos mas. Este asunto de reflexionar sobre el mismo tema y evitarlo, era parte de mi rutinario vivir, pero si que le daba una pizca de color a mis días.
Varios años después, me di cuenta de que me había acostumbrado a mi corazón, a mi pobre y quisquilloso corazón. Recordé todas aquellas veces que nos peleamos y en las que, por lo general, no llegábamos a ningún lugar. No puedo evitar que se me escape una sonrisa pícara y levantar mis cejas, como quien recuerda una de sus travesuras de infancia. Confieso que era una juego bastante entretenido. A pesar de ello y poco a poco, en medio de mis ocupaciones y responsabilidades de adulto, los desdenes de mi corazón ya no eran algo que me quitaba el sueño. Crecí persiguiendo mis sueños, porque siempre tuve sueños! Vaya que me esforcé y traté de convertirme todo lo que me había propuesto ser. Con el paso del tiempo fui logrando muchas metas: una profesión rentable, estudios avanzados en mi rama soñada, la moto y el auto que mi capricho desease, el trabajo en una multinacional, viajes al exterior. Vaya que había conseguido despertar la envidia de muchas personas. Mi mundo giraba tan rápido que a duras penas tenía tiempo para visitar a mis padres y retirarme a la playa, el lugar que mas disfruto en el mundo. En fin, cuando uno lleva una agitada vida, el ruido de la ciudad y las múltiples actividades lo obligan a uno a adaptarse. Y mi corazón? ah, sí, mi corazón. Lo único que sabía de el era que tenía un poco de colesterol, todo lo demás estaba bien. Con el tiempo, mi carrera iba en vertiginoso ascenso. Ahora sí, nada podía ser mejor! Nada.
Para mejorar la situación, por asuntos laborales tuve que viajar a la ciudad de Kiev. En mi agenda era lo mas destacado. Era al quinto día, tenía una reunión con representantes del gobierno local, la más importante de todo mi viaje. Los primeros cuatro días fueron como cualquier otro. No era la primera vez que estaba en Ucrania, su arquitectura barroca era algo que maravillaba mis ojos. Nunca me hubiera imaginado, que estando tan lejos de casa, me reencontraría con mi corazón. Fue en el día uno de aquel mes. Desperté súbitamente, miré la hora y entré en pánico... me había quedado dormido! Me vestí a la velocidad del rayo, agarré mi valija con documentos y salí presuroso hacía el lobby del hotel. Pedí un taxi y el botones me notificó que tendría que esperar diez minutos hasta el arribo de la unidad. No podía esperar! estaba descontrolado, era la cita más importante de mi vida profesional y me la estaba perdiendo! Los minutos se hicieron eternos, salí del hotel, llamé un taxi y me embarqué. El conductor, un hombre de aspecto extraño pero bastante afable me dijo -en un inglés bastante malogrado - "Por qué la prisa? Llegará a dónde tenga que llegar, eso no depende de usted". Sus palabras me sonaron a burla y desvié la mirada para evitar escuchar opiniones que no había pedido. Sin embargo, sus palabras retumbaban en mi cabeza. De repente sentí un malestar en el pecho, sin poder descifrar que se trataba de mi corazón que latía con fuerza. Llegué a mi destino y por el retraso, la reunión había sido cancelada. Estaba muy enojado, cómo pudo sucederme esto? Era imposible! Estaba fastidiado y con ese malestar en el pecho que para ese entonces, seguía siendo producto del estrés o de la ajetreo. Para calmarme, decidí caminar de regreso al hotel. Por alguna razón, había muy pocas personas en la avenida principal, sin darle mayor importancia, caminé hasta tropezar con un niño que repetía palabras en ruso y al que no le entendía ni una sola palabra. Tan solo pude comprender por su insistente tono de voz y por las señas que me hacía, indicándome que siga un sendero cuesta arriba. En medio del enojo y deseando quitármelo de encima, empecé a subir. El camino estaba lleno de hojas secas, propias del otoño. El paisaje se volvía cada vez mas seco, pero me llamaba la atención ver todos esos árboles muertos pero en pie. Al llegar a la parte alta del sendero, me topé con un edificio, de hermosa arquitectura, en su puerta había una placa con esta leyenda: Михайлівський золотоверхий монастир, Mykhailivsky zolotoverkhy monastyr. Por supuesto que no hablo ruso, así que decidí pasar sin hacer mayor pregunta. Había un silencio escalofriante, solo se podía escuchar el crujir de las hojas secas y las ramas que se estremecían por el viento y los latidos de mi pecho que cada vez eran mas molestos. Rodeando la casa, encontré una glorieta. En el centro, una pared, con una pequeña puerta cuadrada hecha de madera. Al pie un cirio encendido. En el suelo una especie de alfombra para una persona.
Había caminado alrededor de una hora. Estaba fatigado, aturdido y con el malestar en mi pecho. No aparecía nadie alrededor así que decidí sentarme a descansar en el único espacio disponible. Tomé un respiro y sin darme cuenta, empecé a contemplar la llama. En medio de la nada, un ruido. Era mi pecho que saltaba sin parar, pensé que tenía taquicardia. Pero no desesperé.
De repente, una voz dentro de mi cabeza, dijo: "Aquí estoy".
Quién eres? -respondí en voz alta.
Soy yo... tu inconquistable corazón -replicó.
En ese momento entré en pánico, me había vuelto loco y mi pecho que no paraba de saltar! Me sentí agitado. En conflicto. Debía ser culpa del estrés, me dije, tratando de encontrar razones para tranquilizarme.
Por qué te asustas? -me dijo-, es que acaso me has olvidado? Si lo has hecho, por qué has venido a buscarme? Qué te ha traído hacía mí? -empecé a meditar, buscando en mi memoria esa voz. No logré nada- Por muchos años caminaste sin mí. Te necesito y tú a mí. Por eso hoy estás aquí. Recuerdas cuando discutíamos y cuánto te gustaba estar conmigo? -asentí con la cabeza, la sonrisa pícara se había marcado nuevamente en mis labios.
Cómo puedes ser tu? -le pregunté- ahora mi vida ha cambiado! ya no tengo tiempo para esas cosas de niños!
Ciertamente has dicho la verdad, por eso estoy aquí. Te has propuesto tantas cosas y las has logrado pero has dejado de lado algo que es esencial para tí... vivir y ser feliz!. Tu vida ya no es vida porque ha perdido esa sencillez, esa chispa que iluminaba tus días y que es el motor de la felicidad, la libertad, el amor y la fe - gritó mi corazón dentro de mi cabeza.
No es cierto! - exclamé. - Si mi vida no tuviera motivación ni sentido, no perseguiría mis sueños! -
Por qué te resistes a creer? -me dijo con una voz cálida, como de un Padre enternecido- has logrado muchas cosas y eso es bueno. Pero tu has decidido venir hasta mí, libremente. Estoy aquí, oculto en tu corazón. Cuando discutíamos no era por no estar de acuerdo, sino por el ardor de nuestro amor que anhelaba hacer lo que para todos era imposible... cambiar la historia del mundo!. Y hoy, al darte cuenta de que no tienes el control de las cosas, has empezado a caminar hasta mí y nos hemos vuelto a encontrar. Nunca me fui, siempre estuve en tí, simplemente estaba esperando que me des la oportunidad de hablar. Esta mañana, a notar que no tenías nada que hacer, vi aquí, en tu corazón ese vacío que dejó en tí el tener que cambiar tus planes. Entonces vi la oportunidad de hacerme oír; y no para reprocharte que tengo el poder, sino para que descubras hasta donde te ha llevado tu corazón, tu inconquistable corazón, que me busca a mí, solo a mí.
Después de escuchar mi voz interior, la de mi corazón, sentí como si hubiera despertado de un sueño. Con la voz quebrantada, dije: "es verdad. He logrado tantas cosas pero nunca hallé paz, tan solo encontré cosas y banalidad. Y si me alejé de tí, no fue porque no te amara, fue porque no entendía nuestras discusiones, porque no lográbamos llegar a un acuerdo".
Eso pasa cuando no te conoces a ti mismo -me dijo- yo estoy en tí, en tu corazón, si quieres llegar a mí, primero tienes que pasar por tí. Descubriéndote a tí, me descubres a mí y lo que yo deseo para tí. Ahora, ya no tienes más un inconquistable corazón, pues este ha sido conquistado por mi amor y vivirá en tí hasta que llegue el día en que descanse en mí. No te pido que hagas grandes maravillas, solo te pido que me dejes vivir en tí y que me lleves a los lugares más recónditos del mundo... al corazón de otras personas, que no me conocen y que me necesitan. Por eso tu corazón nunca estuvo de acuerdo contigo, porque te pedí ser mi servidor y tu querías todo lo que ya has logrado, al reconocer que todo eso no te hace feliz, me has buscado a mí y me has encontrado.
Abrí mis ojos, abrí mi corazón, elevé la mirada y lo ví. Aquel lugar en el que estaba sentado era un sagrario. La llama seguía consumiéndose sin dejar de brillar, igual que el amor de Dios.. Mi corazón ya no saltaba mas, ardía y lo entendía. Me puse en pie, di gracias al Señor y empecé a caminar hacia mi nueva vida, junto al conquistador de mi corazón.
Al salir del lugar, encontré a una persona y movido por la curiosidad, le pregunté por el texto que hallé en la puerta de entrada:
Михайлівський золотоверхий монастир, Mykhailivsky zolotoverkhy monastyr, en español traduce Monasterio de San Miguel de las Cúpulas Doradas.
FIN.
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