Dando vueltas en las redes sociales he encontrado de todo.
Es tanto, que no pretendo enlistarlo, sin embargo, hay un hecho que cada vez
noto con mayor frecuencia y que me ha llevado a la reflexión sobre lo que como
católico vivo y transmito. Traigo este tema a colación porque me parece muy
curioso el hecho de que el católico ha perdido conciencia sobre lo que es
correcto o incorrecto y, peor aún, sobre cuál es la postura que debe tener en cada caso. El
tan famoso “¿qué haría Jesús?” ha caído a niveles tan subjetivos que me da “no se
qué” pensar en que grado de culpa tenemos, nosotros católicos, en todo lo
que hoy por hoy sucede.
¡De todo, nos han llamado de todo! Cuadriculados,
anticuados, sufridores, ridículos, soberbios y otras cuantas flores que ahora
escapan a mi memoria. Y por si acaso, no hablo de ateos o gente que odia a Dios
y a nuestra Iglesia. Estos calificativos los hemos recibido de otros católicos
al saberse cuestionados por lo que dicen o hacen. Algunas veces creí que no era para tanto si lo decían católicos “light” que entienden muy poco de la fe, no los
justifico pero hasta cierto punto lo consideraba aceptable. Lo que
verdaderamente me sorprende es que muchas de estas opiniones provienen de católicos "de verdad", sí, los comprometidos, los que cumplen roles importantes dentro de movimientos,
parroquias o la sociedad. ¿De qué estamos hablando?, –me pregunto
repetidamente–. Digo, ¿Qué clase de católicos somos?. Y ojo que la pregunta me
incluye, luego no me vayan a tildar de sufridor o acusarme de darme golpes de pecho
y lavarme las manos.
¿De verdad católicos?
Hace días argumentaba con una católica comprometida, en una red social, sobre nuestras posturas frente a la telebasura (especificamente, por la postura firme de los provida católicos frente a "la descarga" –de Gkill– y negarse a participar en su programa, en lo que ellos llaman "diálogo") y me llamó mucho la atención la visión que mi interlocutora tenía al respecto. Debatíamos sobre si lo que se debe hacer es poner un alto a los ataques contra los católicos y la falta de moral y valores en televisión y, entre uno de sus tantos argumentos, ella escribió: “No veo al Señor Jesús haciendo eso, ¿por qué nosotros actuamos así?”, complementando su argumento con pasajes bíblicos en los que Jesús interactuaba con los pecadores –y aquí todos entendemos perfectamente el contexto–. Pues bien, aunque el debate terminó sin llegar a un consenso sobre la postura en cuestión, la pregunta planteada quedó dando vueltas en mi cabeza.
Cito este caso no por ser único o polémico sino por haber
sido el menos esperado –tomando en cuenta el respeto que tengo por mi
interlocutora–. Pero efectivamente, ante la pregunta ¿Qué haría Jesús?, la
única respuesta a la que llego es: decir la verdad. Dentro de la misma Biblia he
buscado respuestas, incluso he meditado los pasajes utilizados como argumento
en aquel debate online y la llegué a lo mismo. Fue entonces que cuestioné la
pregunta, tal vez hay una omisión que, de ser puesta en evidencia, cambiaría drásticamente la perspectiva del asunto. Tal vez la pregunta que hoy muchos católicos se hacen a
la hora de tratar con quienes nos atacan, –ahora sí hablo de los ateos y otras
minorías– es: ¿Qué haría Jesús, según yo?. Y ahí si encuentro sentido a todas
esas respuestas tibias de los católicos "de verdad", que bajo apariencia de misericordia
esconden el rostro para evadir una realidad que, de manera urgente, exige de nuestra respuesta firme y radical.
¡Relajados!, si hoy Jesús viniera a decirnos la verdad, diría: !tibios, relajados!.
¡Relajados!, si hoy Jesús viniera a decirnos la verdad, diría: !tibios, relajados!.
Católicos de verdad
Si queremos ser católicos de verdad, debemos luchar por la verdad. ¿Por qué? Simple, porque la verdad siempre triunfará. Pero debemos preparar el camino para que su triunfo sea lo más pronto posible. Si seguimos creyendo que la verdad "depende de" entonces nos quedaremos estancados en la tibieza y mediocridad. ¿Hasta cuándo seguiremos defendiendo una verdad a medias, una verdad permisiva y "pacífica" cuando nos toque enfrentarnos a familiares o amigos?, y peor aún, ¿hasta cuándo dejaremos que cualquiera pisotee nuestra fe y principios? Las cosas deben decirse tal y como son, sin miedo y con la firmeza que requiera. No debemos conformarnos con comulgar los domingos y no hacer daño a nadie. Es tiempo de empuñar la espada de la fe y defendernos hasta las últimas consecuencias porque si atacan a Dios y a su Iglesia, también me están atacando a mí y a ti. Nos quejamos de que el mundo cada día está peor y seguimos consintiendo que programas como "la descarga" salgan al aire y que ellos se sientan en el derecho moral de ser las víctimas de la "discriminación" de los católicos. Si abrimos el espectro encontraremos temas como la píldora del día después, leyes en contra de la vida y la familia y muchos otros relativismos que deben ser arrancados de raíz, por el bien del Ecuador y de la humanidad.
Es tiempo de hacer un alto al
relativismo moral. Jesús ya lo dijo: “No he venido a traer paz, sino espada”
(Mt 10, 34). Me pregunto, ¿qué haría Jesús? Él traería la espada de la verdad y
el mundo ardería de amor a Dios. Por supuesto, esta es la parte de Dios que no
nos gusta ver, es más fácil y cómodo elegir la misericordia mal entendida. Hoy en día, el mundo
entero plantea ideologías absurdas y relativistas y son ellos quienes merecen,
por misericordia, ser llevados a la verdad.
Y somos nosotros, católicos, los llamados a responder con valentía y
amor para defender a Dios y a su Iglesia.
Que en adelante, nuestros actos hagan saber al mundo que somos católicos porque así Dios lo quiso, que amamos serlo y que estamos dispuestos a defender el nombre de Dios, nuestra Iglesia y la vida. Cuando te vean dirán: "¡Es un católico de verdad!" ó "¿de verdad es católico?", de ti y de mí depende.
Que en adelante, nuestros actos hagan saber al mundo que somos católicos porque así Dios lo quiso, que amamos serlo y que estamos dispuestos a defender el nombre de Dios, nuestra Iglesia y la vida. Cuando te vean dirán: "¡Es un católico de verdad!" ó "¿de verdad es católico?", de ti y de mí depende.
Buen análisis. Y hay varios textos bíblicos que meditar sobre si vale la pena o no aceptar invitaciones a debates públicos de personas que se declaran frontalmente enemigas de la Iglesia Católica.
ResponderEliminarNo voy a poner las citas bíblicas, pero entre esos textos están: el silencio de Jesús frente a las 3 tentaciones de satanás, el silencio de Jesús frente a Herodes, la exhortación de Jesús de "no tirar vuestras perlas a los cerdos", porque "no sea que se vuelvan contra vosotros y OS DESTROCEN".
Flaco favor le haríamos a la Iglesia y a la doctrina católica si por entregar las perlas a quienes no debemos, resulta que ellos, con diabólica asistencia, utilizando falacias convincentes, destrozan los postulados católicos, haciendo perder la fe de los ingenuos que asisten al debate.
La caridad debe empezar por Jesús... ¿quién se acuerda de tener caridad con Jesús y no exponer Su Palabra a que la destrocen los cerdos?
Difícil definir quienes son "los cerdos"... podrían ser aquellos que públicamente ofenden, odian, escarnecen, denigran, blasfeman y apostatan de la Fe Católica...