Llegó el gran día. El alpinista se prepara para coronar uno de los montes más altos de Escandinavia. Se despierta temprano y se dirige hacia su armario. Agarra su equipo de alpinismo y lo revisa dos veces, pues no quiere correr el riesgo de fallar -sabe muy bien que allá arriba, el más mínimo error le puede costar muy caro-. Tras practicar este deporte durante varios años, alpinista ahora tiene la seguridad de lo que sabe, al ver las herramientas, hace un "check" casi mentalmente: cuerdas, estáticas, dinámicas, casco, mosquetones, bolsa de magnesio, arnés, calzado, lentes de sol, linterna, navaja, mapa, brújula y el piolet; el resto es secundario. El día pinta bien pero por la experiencia, sabe que a lo largo del camino el clima puede ser traicionero. Es mejor encomendarse, para no perder la fe, cuando se está varios miles de kilómetros cuesta arriba. El alpinista se marcha presuroso a recorrer un nuevo camino, aunque desconocido, pero que le plantea un desafío demasiado te...