Quiero iniciar este blog de opinión con una aclaración que considero necesario hacer. Soy un hombre que casi no ve televisión hace bastante tiempo ya, años, diría yo. Sin embargo, hace poco tuve un espasmo en mi memoria y como si nada, agarré el control remoto y empecé dando una mirada por lo que ofrece la televisión nacional. Tras un par de horas sentado ahí, recordé el porqué había dejado este hábito adictivo, para la gran mayoría, y opté por retomarlo, esta vez con un firme propósito de no recaer. Incluso recordé un blog de opinión que escribí hace algún tiempo (http://bit.ly/1fQsP9a) sobre un programa de telebasura que vi y que me había causado todo un cuadro de colitis nerviosa por tanta barbaridad dicha ahí.
En fin, estas son mis razones por las que me declaré no-partidario de la producción nacional:
- No disfruto viendo el guayaquileño presentado con el cliché del batracio, shabroso y patán;
- no me interesan los programas que toquen temas sociales importantes desde una perspectiva sesgada, acomodada a intereses de la producción o del canal;
- en noticias, todo es tragedia, somos el país de la crónica roja y, la verdad, al menos a mí se me hace muy complicado comer con esas escenas tan a lo "viernes 13";
- la crítica destructiva, la queja y el odio "porque sí";
- y sobretodo, lo que menos me gusta de la televisión nacional es que nos enseña a echarle la culpa a alguien mas, no interesan soluciones sino culpables.
Como dije hace unas pocas líneas, estas son mis razones, nada mas. No son regla que todos deban aceptar y acatar. Es mi simple opinión como televidente y las escribo con la expectativa de algún día encontrar algo mejor para ver, en caso de que el control remoto vuelva a caer en mis manos.
El televidente merece ocupar un lugar
En vista de mi fallido intento en la televisión nacional, no me quedó otra que seguir buscando contenidos, esta vez por la internet y redes sociales, como dice el dicho "la esperanza es lo último que se pierde". Y ¿saben qué? ¡Eureka! Encontré en youtube algo que llamó mucho mi atención. Primero por el nombre: "La silla vacía". Di play y me desayuné la noticia de que la actual Constitución reconoce la participación de la ciudadanía en todos los niveles de gobierno. Esto me interesó mucho y no lo sabía. Luego aparece el Art. 101 de la Constitución vigente y un extracto dice:
"existirá una silla vacía que ocupará un ciudadano/a con el propósito de participar en su debate y toma de decisiones (...) "; y, termina diciendo que un grupo de jóvenes decidieron ocupar esta silla vacía porque alguien tenia que hacerlo.
Con todo este preámbulo, definitivamente, habían captado mi atención y estaba ansioso por saber si yo también podía ocupar ese espacio.
Ocupar la Silla Vacía
Después de ver el primer episodio de la silla vacía, me quedé con ganas de mas y experimenté un deseo muy fuerte de querer ser yo quien ocupe ese espacio para opinar y aportar. Precisamente, algo así fue lo que esperaba. Una producción sencilla pero con un contenido completo. Abordaron un tema polémico y de actualidad "la sexualidad". En breves minutos habían pasado revista a esta problemática y al trabajo que el gobierno central viene realizando. No hubo críticas ni se señalaron culpables. Fue una panorámica de la situación y de inmediato pasaron a exponer formas de complementar aquella realidad. La familia, la sociedad, la Iglesia y el gobierno, todos ocupando un rol protagónico colectivo e invitando a asumir tareas en una sociedad cada vez mas sensualizada y sin valores.
Antes de terminar, uno de los presentadores hizo esta pregunta: "¿Hacia dónde vamos?" y el invitado, el Padre César Piechestein, frontalmente respondió: "Vamos al caos y frente a eso no queda mas que mejorar". Estoy tan acostumbrado a que estos temas se traten como si no pasa nada que esta respuesta me cogió desprevenido y ¡vaya que fue un remezón! Sobre todo porque la frase terminó en "no queda mas que mejorar". ¡Exacto! Esto fue lo que mas me gustó de este sencillo programa de youtube, que tuvieron la valentía de hacer lo que nadie hace: sentarse en una silla y decir que la sexualidad es un problema de todos y que unidos lo lograremos; haciéndonos ver que en un país con problemas hay que buscar soluciones, nada mas. Y todo esto que les narro fue dicho sin ofender a costeños o serranos, sin desesperanza, sin crítica, sin señalar culpables; sino en un ambiente de diálogo y esperanza.
¿Qué representa la silla vacía?
Pues en mi humilde opinión, la silla vacía nos representa a todos los ecuatorianos que merecemos espacios televisados en los que aprendamos a tratar temas de forma ontológica, sin contaminación, sin ofensas y sobre todo donde se planteen soluciones y se invite a todos los ciudadanos a ocupar ese lugar, esa silla vacía representa el espacio en que podamos opinar y ser parte de ese cambio positivo que nuestro país, y todo el mundo, tanto necesita.
La silla vacía, para mí, representa un nido donde pronto eclosionará una nueva generación de "jóvenes contra corriente que estén dispuestos a recuperar la dignidad de la persona humana", tal como lo explicaba otro de sus presentadores. Me rehuso a ver mas programas sin contenido, sin horizonte, sexistas y ofensivos. Espero muy en serio que este programa llegue a muchos hogares y que la tele basura algún día quede en la historia y que la televisión nacional se convierta en esa catapulta de valores y virtudes que nos ayude a tener una sociedad mas justa y solidaria. Sé que esta última apreciación es un poco fuerte y tal vez pueda herir susceptibilidades, pero he esperado mucho este espacio para expresarme con libertad y alguien tenía que decirlo. Les recuerdo a todos que la silla ya está ocupada.
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