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¡Déjalo ir!

- ¡Finalmente sucedió lo peor! Una vez mas. Te fuiste sin decir palabra. Es que siempre lo hiciste. Estuviste cuando no te necesité y aparecías cuando todo se había solucionado. ¿Era lo más fácil, verdad? ¡Claro! fue más sencillo no participar, pretender que todo estaba bien, ser nuestro compañero de alegrías, el optimista, el que siempre quiso estar. Una mentira, solo eso fuiste.

Hablabas tanto de que eramos tu apoyo, lo más importante, todo para tí ¿Acaso no te diste cuenta de cuánto te necesitamos? Todos tratamos de darte siempre lo mejor que pudimos y estar allí para tí, pero eras tan exigente que nunca te alcanzó. Te pasaste treinta y dos años diciendo que era verdad, que debías cambiar, ¡que ibas a cambiar! Lo único que fue verdad es que siempre tuviste las mejores intenciones, pero solo eso... intenciones. Por eso siempre me exigiste tanto, porque querías que yo sea el mejor, aunque nunca fuiste el ejemplo a seguir. Ahora no me pidas nada, ni explicaciones ni fortaleza.

¿Por qué huíste? Una vez mas, ¡huíste! Te odié cada vez que decidías hacer de cuenta que nada pasó. Te amé cada vez que volvías, aunque sabía que al próximo tropiezo volverías a partir. Siempre te quedabas mirando de lejos, y nosotros, mi madre, mis hermanos y yo, solos, ingeniándonos cómo sobrevivir, contigo pero sin tí. ¿Por qué no entendiste cuánta falta nos hiciste?
!Dime algo¡ ¡Responde! ¡No soporto tu silencio un segundo más! ¡¿Por qué nunca me hablaste, papá?!

- Déjalo ir... él ahora descansa en paz.

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